Tomo 1: La balada de la triste chica perdida

Yo sabía que no era una mala persona, pero sin embargo acabe aquí, de camino a la muerte, hacia el afilado filo del hacha del verdugo, mientras más cerca más miedo tenia, a la vez una paz me decía que alguna vez este día llegaría…

Iba a morir sin saber que hice, por lo que causé, sin embargo, algo me susurraba que fue él, mi padre, alguien quien nunca llegue a conocer, pero sin duda o eso creo, tiene que ver conmigo, pero, ¿es que acaso lo he conocido alguna vez, a él o a mi madre…?

No sé si eso, o que más tiene que ver con mi situación ahora mismo, pensar en eso ya era caso perdido, me queda poco tiempo en este mundo.

Y aquí me veo, apoyada en este incómodo trozo de madera, a punto de ser asesinada, por alguna causa que se escapa a mi entendimiento, ya solo me quedaba aceptar mi muerte…

(De forma rápida y espectral cayo una lanza en medio del estrado donde se encontraba al verdugo, el cura señalando a la chica de bruja y ella).

-…? – Dijo el verdugo en forma de desconocimiento.

Cuando cayó esa lanza todos se callaron, hasta ese odioso predicador de Dios, tras unos segundos de silencio, una persona descendió de aquel azul cielo, no sabía quién era, pero por lo que se comentaba por la ciudad se le describía como un brujo de Satanás que frenaba todas las muertes y cruzadas en nombre de Dios y lo pintaban como hereje, pero para mí, en mi posición actual, podría ser mi salvador…

Al centrarse todo sobre él, me dejaron de lado y el verdugo y los soldados se lanzaron contra el misterioso hombre caído del cielo enmascarado, no podía escaparme por las cuerdas liadas en mis manos y pies, sin embargo, observe todo lo ocurrido.

-¡¡Todo el que ose celebrar esta decapitación sin sentido en nombre de Dios, no merece más que la misma por creerse tales bobadas!! – Dijo el hombre misterioso

-¡¡N.… no escuchéis a este hereje, hijo de Satanás, so…solo viene para confundirnos y desviarnos del camino de nuestro todopoderoso Di… ¡Dios, gu…guardas a por él!! – Dijo el predicador muy inquieto y nervioso con su llegada

Estos se lanzaron apuntando sus lanzas hacia este hombre, el aprovecho la oportunidad y salto por encima de uno de ellos llevándose la atención y provocando que uno de estos soldados descuidados atacara cortando mi cuerda sin que se den cuenta.

Me hice la ciega a tal acción, ya que podía atraer la atención y que me eliminaran antes a mí.

Él ya posicionado detrás de ellos dibujo algo en su mano con un anillo que le cubría todo el dedo con una terminación puntiaguda y con apariencia afilada, y que su tinta era su propia sangre.

No tardo nada en hacer ese dibujo, desconozco su intención, pero después de eso un gran viento se movió al son de los mismos golpes que él daba al aire.

Los soldados fueron fuertemente empujados por el viento, lanzándoles a ellos y las armas, los cuales fueron a caer a los civiles.

Al ver esto el caballero, fue lo más rápido a evitar bajar por el lanzamiento apresurado de él.

Mientras tanto, el orador estaba nervioso, inquieto, como si algo fallara de su plan, y de pronto me miro y rebusco en su traje buscando algo.

Lo encontró, saco un cuchillo y se acercó lentamente y con una mirada de psicópata repitiéndose a sí mismo que el trabajo estaría completo.

Estaba muy cerca mío, no me daba tiempo a correr, pero tampoco iba a hacerlo, ya tenía mi futuro decidido, el cual, si era morir allí, lo aceptaría.

Estaba a mi lado, se agacho para estar cerca mío, alzo el cuchillo y … alcanzo mi hombro en un intento de mi subconsciente de sobrevivir un segundo más.

El orador se calló hacia atrás traumado diciéndose que todo estaría bien y haciéndose una bola.

Me estaba desangrando, desconocía que pasaría conmigo ya en ese punto, pero lo seguro era que a ese paso acabaría muerta como mi padre y así pudiéndome irme con él y estar la eternidad perdonando mi ignorancia.

El caballero cuando termino de enfrentarse de los otros soldados se acercó a mí.

No se dibujaba ninguna expresión en su cara, debido a que la tenía tapada, pero noté una especie de preocupación e impotencia, al no haberme resguardado de esa herida, en un intento de aumentar la velocidad de sus acciones.

Se agacho para poder cogerme y cogió su lanza y se preparó para lo que parecía su única idea de escape, el cielo, como su entrada.

No pronuncio nada o yo no escuche nada más, ya que me desmalle mirando lo único que tenía enfrente, un señor con la cara cubierta.

Me desperté en un lugar totalmente viejo por lo que se veía el techo y desconocido, al momento de ir a levantarme de la cama noté un poco de dolor en la herida y el lugar de la herida ya lo tenía vendado y por lo que parecía, también sanado y tratado, solo quedando mi recuperación.

Por lo que me tumbe de nuevo e intente recordad algo siendo en vano y volviendo a dormirme un poco más.

Me sobresalte de la cama muy inquieta y con miedo en el cuerpo, ¿había tenido pesadillas?, no lo sé, no me acordaba, tampoco el de días que me había echado en reposo en esa cama.

Cuando fui a ver mi herida, estaba bastante sana, ¿es obra de cosas mágicas o habría estado demasiado tiempo en reposo?, tampoco lo entendía, no descifraba nada de allí, más sobre esa habitación tan misteriosa y al mismo tiempo ¿familiar?

Al lado de la cama se ubicaba un par de prendas, suponía que eran para mí, pero, por otro lado, ¿porque iban a ser mías?

No seguí preguntando si no podía tirarme todo el día allí dándole vueltas a la cabeza, las guardé por si acaso eran de alguien y ya que estaba allí de invitada no quería molestar.

Las dos cosas que podía hacer era salir al balcón o salir por la puerta, no tenía la cabeza como para tomar el aire o ver el paisaje, buscaba soluciones.

Salí por la puerta y se encontraba un gran pasillo, era enorme, me propuse a seguir buscando, fui mirando de habitación en habitación, solo hallaba cuartos para particulares y salas de baño.

Una vez registré el pasillo entero seguí rebuscando en lo que quedaba de casa o mejor dicho mansión debido a su gran tamaño y decoración tan peculiar y cara pero muy empolvada y antigua.

Nada, no había nada ni nadie, lo único que se encontraba en la mansión nuevo y limpio era mi cama, el cuarto y mis prendas.

La cocina se encontraba llena de polvo y vacía de comida, la puerta principal estaba cerrada con llave al igual que otra habitación muy peculiar que se encontraba oculta tras un cuadro gigante que estaba en el suelo en vez del espacio monstruoso que tenía la casa en la entrada principal.

Me quedaba el ático, desconocía si tenía y con tanta suciedad en la mansión podía ser peor allí arriba.

Opte por regresar mi supuesto cuarto y tumbarme a descansar o algo, pero al volver me fije que había una mesa con un papel en ella, no sé si alguien lo ha puesto hay o si ya estaba, pero me dispuse a leerlo.

Se encontraba escrito: `Nada, no sé nada de este lugar, es demasiado desconocido para mí, demasiado conocido y demasiado vació, solo puedo descansar y esperar a que algo pase de nuevo, otra vez…´

Hay acababa la nota, la cogí, doble y guardé en el bolsillo.

Solo podía decir que parecía que el autor de eso y yo compartíamos un sentimiento, el de desconocimiento o aun peor, el de miedo, pero aun así él lo experimentaba de una forma totalmente diferente a la mía, ¿podía ser miedo a lo conocido?

Al leer eso, me tumbe un rato…

Me quedé dormida en cuestión de segundos, no había hecho tantas cosas para quedarme dormida tan rápido, de todas formas, me dormí.

Hacía días que no dormía bien, que no descansaba como ahora, estaba muy cómoda, como en la suavidad de una nube, o como si durmiera en una cama de un rey…

Empecé a soñar en algo, a primera vista no lo reconocía bien, pero después de verlo más seguido pensé en algo, ¿mi madre?, no podía ser ella, nunca la había visto, espera, si nunca la había visto, ¿entonces de dónde vengo?, ¿soy quién creo ser?, porque en mi infancia solo aparece una persona, mi abuela, o eso se supone, porque lo demás, está vacío…

Ese sueño, poco a poco, se estaba empezando a convertir en una pesadilla, mientras más indagaba en mi vida, más oscuro se volvió todo; mi infancia estaba vacía, no estaba por ningún lado mi madre, o mi padre, pero si tanto pienso en él, ¿es que acaso nunca lo he conocido?, pero, si no entonces no conozco nada de mis progenitores, ¿es que acaso no conozco nada sobre mí?, ¿Quién soy?, ¿¡Quién soy realmente!?

Sudor, estaba envuelta en él cuando me levante sobresaltada por aquel sueño, o ¿pesadilla?

Me levanté muy empapada en sudor, por lo que decidí cambiarme la ropa, que por algún motivo me dejaron en esa habitación.

Cuando me puse la ropa que dejaron en mi habitación, había una llave entre medias de esta, no conocía que podía abrir o que podía ser, o si…

Aquella puerta cerrada era la única cerrada, además de la puerta principal, pero me llamaba más la curiosidad más que salir de allí.

Me dispuse a intentar a desbloquear la puerta con la cerradura, metí la llave, y giró, la puerta se abrió…

Al mover las puertas no se veía nada, no había iluminación casi, por no decir que no había.

Mire por toda la casa si había alguna antorcha o algo que produjese luz, en una de las habitaciones se encontraba una colgada de la pared nueva.

También busque madera, yesca y pedernal o algo para hacer fuego.

Parecía que en la cocina había de todo menos comida, porque lo que buscaba se encontraba allí.

Hice fuego en la madera y prendí la antorcha con el fuego y me dirigí a aquella habitación.

Al entrar me propuse como primer objetivo encender el candelabro que había.

Menos mal, que se encontraba una escalera allí, porque con esta pude encenderlo, al encender esta, apagué la antorcha y me dispuse a observar esta habitación tan extraña.

Al fijarme detenidamente vi que era una habitación enorme, que estaba rellena de libros, y de estanterías con más libros, con un escritorio muy grande en el fondo y recubierto de papeles.

Tras ver ese escritorio me dio curiosidad saber que había en aquellos papeles.

Cuando me acerqué, comprobé que estaban vacíos, en blanco todos, ni uno tenía algo.

Me senté en la silla que había al lado del escritorio y contemplé la estantería que se ubicaba delante de esta, no era una común, estaba muy despejada, vacía, desolada…

En ella se hallaban muy pocos libros, tan pocos que se podían contar con una mano, eso sí, papeles llenos de registros y documentos, estaban esparcidos por todo este.

No entendía lo que ponía en los papeles, eran…cosas muy extrañas, así que los deje, pero me llamaron mucho los libros, entre ellos, dos de todos, uno azul que ponía ‘Origen’, no se podía leer más y tampoco sabía a qué se refería, y otro rojo, que ponía ‘Brujería’, ¿eso no eran prácticas prohibidas por la Alta Iglesia?

Me llamaron mucho la atención, así que decidí ojearlos, pero al ir a sacar uno, escuché un gran estruendo en la casa.

-La puerta principal, creo que se ha abierto, o la han abierto…

Al escuchar aquel sonido tan brusco, me dispuse a mirar que había pasado.

Sali de la sala, y baje las escaleras con cuidado a no caerme, una vez las baje, cerré la puerta por si acaso, y me dirigí hacia la entrada.

Ya llegando, vi de lejos una de las colosales puertas abierta, sin acercarme observé a dos hombres en armadura, transportando una caja enorme.

Al verlos, entre en pánico, al estar sola allí, se me había olvidado que era una fugitiva del reino.

Así que intenté dar media vuelta y dirigirme a la sala de las estanterías sin que me escucharan, pero al pisar lentamente una madera floja del suelo sin darme cuenta, la rompí y metí el pie generando mucho ruido, por lo que lo saqué mí pie y me dirigí a la habitación corriendo.

- ¿Qué ha sido eso Allard? Dijo uno de los caballeros.

- ¡Milo!, ¿has sido tú? –Dijo el caballero que parecía llamarse Allard.

Escuché eso de lejos y proseguí mi carrera hacia aquella misteriosa habitación.

- ‘¡Pum! -Me golpee con lo que parecía otro caballero.

Al golpearme con él caí al suelo y quedé inconsciente.

Cuando desperté, me vi de nuevo en la habitación donde desperté la primera vez.

Al levantarme, me estuve preguntando, ¿qué hacía viva o todavía allí?, ¿no se suponía que me querían muerta?, o ¿es que me iban a llevar de nuevo a la horca?

No sabía qué hacer, por lo que me quede esperando a que entrara alguien.

En ese mismo instante se abrió la puerta y entro un caballero, yo me esperaba lo peor.

- Eres Aethelu, ¿no?

-Si… Supongo que me vais a vais a llevar a la capital de nuevo para que sea asesinada, ¿me equivoco?

- Eso sería lo normal, pero esta vez no es así, mi grupo de caballeros y yo, no somos como la Alta Iglesia.

- ¿Cómo?, ¿Entonces porque estáis aquí, caballero…

- Allard, me llamo Allard y da la casualidad, de que este es el Castillo del Viejo Conde Ladislao, el cual abandono hace ya muchos años este castillo sin deja ni huella. Este castillo se va a convertir es nuestra base de operaciones.

- ¿Esto vuestra base de operaciones?, ¿No os basta con tener una en la capital?

- Por desgracia si, la base que teníamos en esta zona fue destruida antes de que podamos defenderla y no nos queda más remedio que hospedarnos aquí todo nuestro escuadrón, y no podemos planificar nuestras operaciones en la capital porque nos pilla a un día a pie, y tú, ¿Qué haces aquí?

- ¿Aquí?, pues si te digo la verdad, no lo sé ni yo misma, después que aquel caballero misterioso apareciera- Le interrumpe Milo.

- ¿Dices que te salvo un caballero misterioso?, ¡Imposible!, la ejecución tuvo lugar dentro del castillo de la capital, y además los alrededores estaban repletos de guardias, solo gente noble y el clero, tenía permiso de ir, y no todos – Interrumpió Milo

Me quede extrañada, pensaba, que solamente era alguien más que iba a morir, pero por lo que parece, no era así, pero, ¿por qué?

- Por eso estamos impresionados, por así decirlo, nosotros, caballeros del reino, no teníamos permitido entrar en el evento, solo de defenderlo, por si alguien intentaba entrar y regular quien entraba, solo podían entrar soldados de la propia iglesia, ¿Cómo es posible que ese ‘caballero’ ha podido entrar y, más aun, sacarte de allí?

- Pues…

Me dispuse a contarle todo lo que me paso, desde que él apareció, hasta que llegue a este castillo. En un principio no se lo creían, pero yo era la prueba de que había pasado.

- Al final, era verdad…Nuestros compañeros nos comentaron lo que paso, pero es que no llegaba a creérmelo, pero ahora no hay duda.

- Pero una cosa, sois caballeros del reino, ¿vuestra tarea no es capturarme con o sin vida?

- Como dije antes, en un principio seria esa, por ahora no han emitido orden de captura ni nada, además era una ejecución ordenada por la mismísima Papa, cuando lo normal es que las ejecuciones las convoquen los cardenales. Está claro de que algo pasa y puede que esté relacionado contigo… Así que, por ahora, si quieres puedes quedarte aquí en los que nosotros estamos aquí. - Digo Allard

- ¿Y si os ordenan, capturarme con vida, que pensáis hacer?

- Por ahora vamos a mantenerte aquí, sin que lo sepa nadie, para que por lo menos puedas vivir y para mantenerte por así decirlo, vigilada por si acaso.

- Entonces dices, que no puedo salir de aquí, ¿no?

- Por así decirlo, si…

Por una parte, era bueno, no iba a morir todavía, pero por otra, no podría salir de allí para nada, no es que tuviera algo que hacer fuera, sin embargo, es una falsa libertad, por así decirlo.

- Por cierto, ¿usted conoce a ese misterioso caballero, de algo o de verlo en algún sitio además de en el castillo? – Pregunto Milo.

- Mmmm, pues no la verdad, allí es la primera vez que lo veo.

Aunque ahora que lo pienso, podría ser algún conocido mío de mi perdida infancia, o de amigo de padre o madre, pero no creo.

- Es que sigue pareciéndome muy surrealista, que conozca el castillo de tal forma, y que sepa de aquel evento, todo esto supera mi conocimiento…

- Bueno dejando eso de lado, nos quedaremos como ya hemos dicho, una buena temporada, así te vigilaremos nosotros mismos y juzgaremos si podemos dejarte en libertad. – Dijo Allard.

- ¿Puedo hacerte una pregunta más? – Salte yo

- ¿Sí?

- ¿Quién es el otro caballero que os acompaña?

- ¿Hablas de Bennett?, es uno de mis más fieles caballeros, fue con él con quien te chocaste, se preocupó por ti, por si acaso te hiciste daño, fue el que te trajo aquí, ahora mismo está preparando en el salón la mesa de operaciones.

- ¿La mesa de operaciones?

- Donde preparamos nuestras incursiones y operaciones, por desgracia estamos en guerra con el país vecino, y no es que vaya muy bien la cosa por ahora…

De pronto entro Bennett en la habitación, se le veía un poco cansado, pero seguro que habría terminado su trabajo.

- Allard, ya he terminado de colocarlo todo… Oh, vaya, se ha despertado nuestra invitada, ¿Cómo estas Aethelu?

- Hola Bennett, estoy bien, no ha sido para tanto, ha sido más el shock de ver a caballeros entrar aquí, nada más.

- Yo me alegro, bueno, Allard y Milo, podemos empezar cuando queráis.

- Vale. – Dijeron los dos caballeros a la vez.

- Aethelu, disculpe las molestias.

Los caballeros salieron de la sala muy rápidamente, yo, pues me levanté y me dirigí a aquella extraña sala.

Allard entro de nuevo en la habitación y me dijo:

- Aethelu, ten cuidado de bajar abajo, ya que estamos todo el escuadrón y ya no podría asegurar tu vida, ni creo que la nuestra, así que ten cuidado, ¿vale?

Volvió a salir Allard con prisa

Una vez salió Allard, me tumbe en la cama y me propuse seguir descansando, no me golpee muy fuerte, pero me apetecía dormir de todos modos, tampoco tenía nada que hacer allí

Fue una mala idea. Comencé a tener pesadillas en el momento que me dormí, sobre todo la idea de que una parte de mí, me decía que quería morir, que porque seguir viviendo, nada de aquello tenía sentido alargarlo, no tenía a donde ir… Estaba aterrada, no respondía, solo escuchaba eso, repetidas veces sin parar, mi voz no salía, como si no tuviera el control sobre mí, hasta que me desperté.

Me levante sobre saltada, muy asustada y aterrada por esa, ¿pesadilla?

Sali de cuarto y observé si había alguien, parecía que no, todo estaba muy callado, así que me dispuse a bajar.

Al bajar vi todo lo que tenían montado allí, era totalmente diferente a como era el castillo cuando llegué.

Cuando me acerqué, vi un montón de armas, armaduras, comida y pertenencias de los caballeros, por lo menos estaba recogido.

Me aproxime a la mesa, donde tenían su táctica puesta sobre el mapa de la zona.

No entendía lo que había en la mesa, así que pase de eso.

De pronto, se escuchaba gente venir, así que me fui a mi cuarto lo más rápido que pude.

Una vez en mi habitación, escuchaba los gritos de agonía de muchos soldados, sentía pena por ellos, pero preocuparme no les iba a ayudar de ninguna forma.

Pase el día en mi cuarto por si acaso alguno de los soldados tenía pensado andar por arriba.

Una vez por la noche, intente salir de mi cuarto, ya que estaba muy cansada de estar aburrida y escuchar de vez en cuando gritos, por lo que mire y escuche si había alguien en el pasillo, como no había nadie, fui con silencio hacia la sala donde estaban todos los libros.

Allí era imposible que me encontraran, ya que la puerta tenía llave y yo, la cerraba por si acaso.

Cuando llegué, me di cuenta que la puerta estaba abierta…

Había alguien allí además de mí.

- Mmm, ¿así que estos son los registros perdidos de Ladislao los cuales me había avisado él?, da igual, ahora mismo no es lo que busco…

Al escucharlo intente irme lentamente, pero…

- No hace falta que te vayas, sé que estas hay, Aethelu.

Esa persona sabía quién era, pero su voz no era la de Allard o de alguien que conociese.

- Puedes salir si quieres, no voy a hacerte daño.

Me decidí salir y dije:

- ¿Cómo sabias que era yo, y como sabes de la existencia de esta sala?

- Mi lady Aethelu, yo soy Lancelot, uno de los caballeros más cercanos a Allard, es un honor estar a su presencia, mi capitán ya me ha contado sobre ti, y sobre su posición actualmente.

- No soy para tanto señor Lancelot, pero ¿cómo ha entrado a esta sala, si la puerta está cerrada?

- Permítame decirle que la puerta parece cerrada con llave, pero en verdad está abierta, ya sea porque la cerradura es demasiado antigua, o porque alguien ha roto la cerradura.

- ¿Y qué le trae a esta sala, señor Lancelot?

- Por favor, llámeme mejor Lancelot, señor es demasiado para mí, bueno, lo que me trae hasta aquí, es que Allard me ha pedido que investigase el castillo si encontraba algo de valor y que lo reportase, pero además de informes y escritos de Ladislao, no hay nada más.

- ¿Y estos informes no te sirven para nada?

- En sí, tienen información importante, pero inútil ahora mismo, de poco nos sirven unos informes en medio de una guerra.

- También es verdad…

- ¿Y a ti, que te trae por aquí?

- No sabría decirte, solo que me fascino la cantidad de libros que había en este lugar y la cantidad de escritos que almacena esta sala…

- No te recomendaría leer los libros de aquí, suponen que Ladislao plasmo su locura en ellos.

- ¿Tan loco era ese tal Ladislao?

- Decían que llego a sacrificar a todo su escuadrón, intentando conseguir una locura, además de hacerse desaparecer a su familia y a sí mismo.

- ¿Cuál fue esa locura?

- Revivir al legendario caballero Inexorable a través de métodos prohibidos tales como la alquimia o incluso la brujería, pero eso solo son suposiciones, y como he dicho, estos registros podrían aclararnos cosas, pero en una guerra, de poco nos sirve esta información.

(De fondo se escucha gritar a los soldados)

- Bueno Aethelu, me tengo que ir, te recomendaría no indagar mucho aquí, vaya que por algún caso te volvieses loca.

Lancelot salió de la habitación disparado.

La conversación con Lancelot me dejó muchas incógnitas las cuales no pude resolver, como, quien fue Ladislao, o lo que se sabe de él, si la llave que me dejaron no abría la puerta de esta habitación, ¿Qué abre en realidad?, o quien es ese caballero Inexorable, pero darle vueltas ahora no me iba a ayudar de mucho, ¿o puede que sí?

Por lo que había visto antes, en la sala debía de haber muchos libros, alguno podía revelarme información sobre Ladislao o sobre el caballero Inexorable, y así mientras buscaba podría encontrar alguna cerradura.

Cuando conseguí de nuevo una fuente de luz, entre de nuevo en la habitación, la cual estaba en muy deplorable estado esta vez…

Por alguna razón, todos los libros estaban y papeles están esparcidos por toda la sala, y las estanterías también, ¿Cómo no me he dado cuenta antes?

Sabía que yo no lo había dejado así, pero, ¿y si Lancelot sí?, era posible…

Pero si ha sido él, ¿Que buscaba?

Entre más en profundidad entre aquel caos de libros, papeles y estanterías, y encontré un cordón de tela colgando del techo, no sabía para que servía o que hacía, pero por inercia tire de él.

Tuve que dejar la antorcha en la pared, ya que con una mano no podía tirar del cordón.

Una vez que llegué a él de nuevo después de atravesar la oscuridad y no caerme con aquel lio, procedí a empujar.

Tiré tan fuerte que me caí de espaldas, pero la tela enorme al final se movió y por tanto se calló al suelo.

Esto dejo ver un ventanal enorme por el cual se veía un patio enorme y verde por el que pasaba mucha luz, tanta que ilumino la habitación por completo.

Esto me facilito la visión de la sala entera, y de también el caos que había formado Lancelot también.

Me parecía increíble el patio que tenía este castillo, pero no yo por lo menos no había encontrado forma de entrar.

Dejando eso a un lado, además de todo ese lio, vi una puerta, la cual estaba rodeada de estanterías tiradas en el suelo y golpeada por lo que parecía ser una espada.

¿Lancelot buscaba esa puerta, y porque no tenía la llave la intento abrir a la fuerza?

En ese momento recordé la llave que tenía en mi poder, e intenté abrirla…

Al introducirla, gire la llave… y se abrió.

Gire la puerta lo más fuerte posible, ya que estaba hecha de hierro, y al ser antigua no ayudaba a moverla mejor.

Una vez abierta del todo, no se veía nada, por lo que cogí la antorcha de nuevo y entre de nuevo.

Al entrar, vi a un esqueleto sentado al lado de una espada un poco curiosa.

¿Encerraron a alguien aquí hasta morir o esa persona se encerró aquí?

Me parecía aquello un poco espelúznate, pero proseguí hacia delante para observar aquella espada.

Una vez estuve al lado, intente cogerla con una mano, pero pesaba mucho, por lo que busque un lugar donde dejar la antorcha y que así me iluminase la habitación.

Cuando me di la vuelta, vi a alguien bajo y pequeño con el pelo muy largo de cuclillas mirando el esqueleto.

- Pobre Ladislao, no pudo devolver lo que le dejaron.

Me quedé congelada mirándola.

- ¿Mmm?, parece que tú también puedes verme, ¿me equivoco?

- ¿Qu-Quien eres tú y que haces aquí?

- ¿Yo?, esa es una pregunta ambigua.

- ¿Cómo que ambigua?

- Se supone que nadie es capaz de verme, ni de sentirme, ni nada, pero mírame, eres la segunda que lo consigue, a tu pregunta de quién soy, nombre en si no tengo, pero hace tiempo, mi primer amigo me puso un nombre, Rosetta, por lo que tú también me puede llamar así.

- Si nadie es capaz de verte o sentirte, ¿eres Dios?

- Me dan ese nombre, pero queda muy lejos de la realidad, en si no tengo poderes ni fuerza ni nada, solo soy como un alma que vaga por el mundo eternamente nacidas desde los inicios del tiempo.

- ¿Vives desde que se creó el mundo?

- Podría decirse así, pero es que yo no vivo, por lo que vagó por el mundo observándolo.

- ¿Entonces todo ese tiempo has estado sola, observándonos a todos?

- En la mayoría del tiempo sí, pero hace poco tuve un amigo el cual, por casualidades, desapareció.

- ¿Cómo se llamaba?

- No me acuerdo…

- Vaya…

- No te preocupes, tengo a una amiga nueva.

- ¿Sí?

- Claro, me refiero a ti, nadie es capaz de verme, así que tú serás mi nueva amiga.

- ¿Perdona?

- ¿Es que prefieres dejarme sola a pesar de ser la única que puede hacerme compañía? De todas formas, te iba a seguir y estar contigo, si en el fondo es lo quieres, ¿no, Aethelu?

- Co-Bueno, puedes ser mi amiga si eso es lo que quieres, pero a cambio me vas a explicar unas cosas…

- Depende, aunque lo haya visto todo, no tendría gracia si alguien tuviera una biblioteca que lo supiera todo, ¿no te parece?, pero por ser tú, voy a hacer una excepción y te voy a responder a una pregunta, la que desees…

Tenía muchas cosas que preguntar sobre este sitio, esa espada, Ladislao, y sobre mí, de las cuales solo puedo elegir una, no todas valían lo mismo, por lo que tengo que pensar cual me conviene más ahora mismo.

Obtuve una resolución…

- ¿Quién me salvo y por qué me trajo aquí?

- ¿Esa es tu pregunta?

- Tuya es la elección. Te salvo un caballero que tu ya conoces, muy cercano a ti, por orden de su ama, la cual era mantenerte a salvo, y eligieron este sitio para mantenerte lejos de la capital, y para que despertaras tus poderes.

- ¿Mis poderes?

- Yo ya he cumplido lo que te dije, por lo tanto, ahora somos amigas.

- ¿Eso significa que me seguirás a todas partes?

- Eres con la única con la que puedo hablar, o interactuar.

- Eso es un sí, pero, ¿me ayudaras en algún momento?

- No estoy obligada, ni tampoco tendría gracia, pero, dependiendo del contexto, ya veré.

En ese mismo instante un gran estruendo seguido de un temblor recorrió todo el castillo.

- ¡¿Qué ha sido eso?!

- No lo sé, pero será mejor que te escondas.

- Pero, puede que haya pasado algo grave abajo…

- ¿Y? De todas maneras, no puedes ayudarles a nada.

Me molestaron esas palabras, pero tenia toda la razón, solo iba a ser un estorbo.

- T-Tienes razón…

Inmediatamente salí de aquella sala, y una vez en la sala, de reojo mire a lo que parecía ser el patio, y observe a soldados con las mismas ropas y armaduras que Allard y su compañía luchando con otros soldados.

Al ver aquella lucha quede impactada, pero la muerte de los que parecían ser mis aliados fue lo que hizo tirarme al suelo del miedo.

Aterrada, asumiendo mi muerte diciéndome que no podía correr de la muerte, me impedía el movimiento.

- ¡Lady Aethelu!

De pronto escuché la voz de Bennett, y pude recuperar la movilidad.

- ¡Lady Aethelu salga de aquí antes de que venga algún soldado enemigo!

Empecé a levantarte del suelo, pero en ese momento, una espada atraviesa el cuerpo de Bennett hiriéndole de muerte.

Al sacar la espada de su torso, Bennett cayó al suelo muerto, lo cual hizo que volviera a caer de nuevo del miedo.

- Co-Corre…

Traumada y asustada me quede en aquel sitio paralizada esperando mi muerte.

De pronto se congela aquel escenario y aparece Rosetta.

- ¿Solamente te vas a quedar ahí y vas a morir? ¿Después de que el se jugara la vida salvándote e hiriéndose en el proceso, vas tu y por no saber apreciar tu vida, vas y mueres? Pensaba que la persona que tendría el valor de llamar amigo, el cual puede verme, el cual es diferente solo sea alguien sin esperanza.

Ante tales palabras dije…

- ¡No soy nadie especial, no soy nadie que merece algo, la muerte me persigue y lo único que puedo hacer es quedarme quieta y ver cómo termina este sufrimiento!

- ¿Y porque no lo has acabado tu si sabias que iba a llegar el momento? No lo has hecho porque en verdad tienes miedo de morir y te convences a ti misma de que te va llegar tu momento dentro de poco.

- ¡¡NO!!

- Podrás intentarte convencerte, pero en el fondo sabes que quieres vivir.

- ¡Mentira! Porque entonces tendría algún objetivo o algo para en lo que sirviera.

- Tienes uno, todavía no le has agradecido como es debido a quien te sacó de aquel acto de feria en el cual ibas a morir.

- ¿P-Pero como lo encontraré si no sé quién es?

- Eso es tarea tuya, así que por lo menos, intenta vivir un poco más.

El tiempo se descongelo.

Aun con miedo y asustada, me levante corriendo antes de que el soldado terminase con mi vida, entre en sala donde estaba aquella extraña espada.

Sin cerrar del todo la puerta, intente coger la espada.

Aun mis débiles brazos, pude sostener la espada.

Al abrirse la puerta me abalance sobre el enemigo, clavándole la espada en el dorsal, sin que el pudiera hacer nada.

Una vez acabe con su vida y cesaron sus gritos de dolor, sus escupitajos de sangre mancharon de un rojo carmesí mi pelo.

Y al bañar la espada en sangre con mis manos, perdí la consciencia…

No sé cuánto tiempo estuve desmayada, pero supongo que estaba todavía en esa sala tirada en el suelo…

Cuando recupere la consciencia, estaba encima de un soldado enemigo, clavándole esa espada, donde parecía ser las afueras del castillo, delante de un bosque entero lleno de cadáveres de enemigos, mientras los que parecían ser mis amigos me vitoreaban.

Asustada, solté la espada, y retrocedí.

Al retroceder, y contemplar aquello, me caí al suelo, de nuevo, desmayada…

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